El milagro del Nilo

La crecida del Nilo en Egipto

Diodoro de Sicilia, nació en la isla del mismo nombre, y vivió en el siglo I a.C., aunque las fechas de nacimiento y muerte no han sido determinadas con precisión, y se suponen a partir de referencias aisladas.
Su obra, transmitida con el nombre de Biblioteca Histórica, comprendía 40 libros, aunque no todos ellos se conservan completos, y constituía un compendio de los conocimientos que poseía sobre los diferentes pueblos (geografía, etnografía…). La distribución de los contenidos hecha por el autor atendía a la separación entre los asuntos de los griegos con respecto a los demás pueblos mencionados, de la siguiente forma: Egipto (libro I), territorios de Asia (libro II), otros territorios de Africa y Atlántida (libro III), Europa occidental (libro V), mitología (IV y VI), historia de los griegos (libros VII-XL).
En su libro I, el autor hace numerosas referencias a la naturaleza del río Nilo, cuyo régimen fluvial era bien conocido por los geógrafos griegos. Como ya había hecho Heródoto, Diodoro explicaba la crecida anual como la fuente de la riqueza agrícola de la región y la clave de la prosperidad del país. (Pilar González-Conde).

     Aparte de los animales citados, el Nilo tiene especies de peces de todas clases e increíbles por su abundancia; a los nativos, no sólo les proporciona el abundante provecho de los recién capturados, sino que también les suministra una cantidad inagotable para la salazón . En general, en beneficios a los hombres, supera a todos los ríos del mundo habitado. Da comienzo a su desbordamiento a partir del solsticio de verano hasta el equinoccio de otoño y, aportando siempre nuevo limo, empapa por igual la tierra inculta, la sembrada y la plantada, tanto tiempo cuanto los agricultores del territorio quieran. Como el agua discurre mansamente, lo desvían fácilmente con pequeños diques y de nuevo lo reconducen cómodamente cortándolos cuando se cree que es conveniente. En general, proporciona tanta facilidad de ejecución a los trabajos y beneficios a los hombres que la mayoría de los agricultores, colocándose en los lugares ya secos de la tierra y lanzado la semilla, conducen por encima sus ganados y, pisoteando con ellos, vuelven para la siega después de cuatro o cinco meses y algunos, removiendo mínimamente con ligeros arados la superficie del territorio mojado, recogen montones de frutos sin mucho dispendio ni esfuerzo. En resumen, toda la agricultura se practica entre los otros pueblos con grandes gastos y fatigas y, sólo entre los egipcios, se recolecta con pequeñísimos dispendios y trabajos. También la viña, regada igualmente, proporciona abundancia de vino a los nativos. Y los que dejan permanecer inculto al territorio inundado y lo dedican a los rebaños como pasto, recogen, gracias a la gran cantidad del forraje, ovejas que paren dos veces y se esquilan dos veces al año.
     Lo sucedido en la subida del Nilo parece maravilloso a quienes lo ven y completamente increíble a quienes lo oyen. Todos los otros ríos disminuyen hacia el solsticio de verano y bajando siempre más y más durante el tiempo siguiente del verano, pero sólo él, emprendiendo entonces el principio de su desbordamiento, crece tanto cada día que, al final, inunda casi todo Egipto. Y, del mismo modo, volviendo: atrás en sentido contrario, baja durante igual tiempo cada día poco a poco hasta que llega a la posición anterior. Al ser el territorio llano y estar situadas las ciudades y las aldeas e incluso las granjas sobre montículos hechos a mano, el panorama resulta semejante a las islas Cícladas y la mayoría de los animales terrestres perecen ahogados cercados por el río, pero algunos se salvan huyendo a lugares más elevados, y los ganados son alimentados durante el tiempo de la subida en las aldeas y en las granjas, con su alimento preparado de antemano. Y las gentes, liberadas de trabajos durante todo el tiempo del desbordamiento, se dedican a la fiesta banqueteando continuamente y gozando irrefrenadamente de todas las cosas conducentes al placer. Y, a causa de la ansiedad ocasionada por la subida del Nilo, fue construido por los reyes un niloscopio en Menfis; tras medir exactamente la subida en él, los encargados de su administración envían mensajes a las ciudades en los que explican cuántos codos o dedos ha subido el río y cuándo ha hecho el principio de su disminución. De tal manera todo el pueblo se libra de la ansiedad, al ser informado del cambio a la inversa de la crecida, y todos conocen en seguida de antemano la cantidad de frutos que habrá, pues esa observación es anotada con exactitud desde hace mucho tiempo entre los egipcios.

Diodoro Sículo, BH I,36,1-12. [Versión de F. Parreu (ed.), Diodoro de Sicilia. Biblioteca Histórica. Libros I-III. Biblioteca Clásica Gredos. Madrid 2001, pp. 215-218.

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