Presentado el libro Bajo el Fuego y sobre el Hielo, la Sanidad Militar en la División Azul
Mi buen amigo el Doctor Juan Manuel Poyato Galán a publicado un gran libro que no puede faltarnos en la librerias de los amantes de la historia de la DIVISION AZUL.
Con un aforo de casi trescientas personas se presentó en la Facultad de Geografía e Historia de Sevilla el libro del prestigioso urólogo Juan Manuel Poyato Galán (Sevilla 1970), que debuta como escritor con Bajo el Fuego y sobre Hielo, la Sanidad Militar en la División Azul. La obra, originalisima por planteamiento y temática, está recién publicada por la editorial Actas y es una investigación profunda y científica sobre la historia, organización y funcionamiento del cuerpo médico que acompañó durante la II Guerra Mundial a la División Azul en el frente de Rusia de 1941 a 1943. Una sanidad española de guerra de tal eficacia que fue admirada tanto por los alemanes como por los soviéticos.
El autor, con información recopilada en los archivos oficiales británicos, norteamericanos, alemanes, rusos y españoles así como con datos inéditos cedidos por fondos y colecciones privadas, ofrece un material fotográfico y documental fascinante. Poyato afronta con ello un completo estudio de aquella logística médica diseñada para afrontar una empresa de dimensiones excepcionales. Una gran erudición que se hace amena al lector gracias a testimonios intercalados, vivencias recogidas, e incluso anécdotas que fluyen con una redacción impecable.
En más de 600 páginas va detallando y analizando los medios humanos y materiales empleados para poder prestar un servicio de calidad y paralelamente, poder convivir con una meteorología despiadada en el frente de mayor letalidad de toda la contienda mundial; hecho confirmado por estadísticas que contabilizan 25.000 bajas entre fallecidos, heridos, enfermos, congelados, mutilados, prisioneros y desaparecidos.
Poyato abrió una interesante argumentación introductoria hablando de como la Segunda Guerra Mundial había sido un hito en la civilización, un conflicto bélico sin parangón que acuñó palabras hoy muy en boga como genocidio y Holocausto. Se remontó al Paleolítico para hablar de que la guerra era consustancial al género humano, pasó al Neolítico, a Grecia, a la Roma clásica y explicó como en la antigüedad los enfermos eran abandonados como alimañas para que se murieran de dolor. Avanzó que no fue hasta 1474 cuando los Reyes Católicos en la batalla de Toro frente a Portugal instalaron carpas con personal específico para asistir a los heridos y hasta 1492, año en que la Reina Católica crea hospitales específicos de campaña, que tendrían especial significación en los tercios de Flandes, Citó episodios como la guerra de Cuba (en la que tuvo una especial significación la presencia de Ramón y Cajal), la guerra de África -las guerras del Marruecos español- sin parangón hasta la fecha y el revulsivo que supuso la Guerra Civil española en la sanidad militar con la presencia de hospitales volantes y los bancos portátiles de sangre que afirmó que eran un invento genuinamente español que incorporarian posteriormente todos los países europeos.
Para cerrar, tuvo unas palabras para la sanidad militar española actual calificándola como “una de las mejores del mundo que atiende en tiempo record en cualquier lugar, expertos en telemedicina, en evacuación medicalizada, así como en la guerra bacteriologica”.
La Sanidad Española en el Frente del Este, el más letal
Una vez repasada la historia de la Sanidad Militar, Poyato entró en el llamado Frente del Este y en el reclutamiento de la unidad sanitaria en España. Participaron tanto profesionales en activo con gran experiencia que habían adquirido en la Guerra Civil Española, como sanitarios de la última promoción, médicos civiles en distintos escalafones y estudiantes de enfermería. En Alemania estuvieron alojados en bases avanzadas en la zona de Baviera donde recibieron un entrenamiento teórico y práctico y gozaron de material puntero, como ultrasonidos para detectar la metralla, microscopios, potabilizadores de agua, estructura para infusiones de sangre y fracturas. La mayoría de los suministros procedían de las casas Bayer y Siemens.
El autor también señaló como hubo avances médicos españoles que adaptarían los alemanes como un especial artilugio para evitar la congelación, que consistía en una caja de madera con ladrillos al fuego incandescente. Otra de las innovaciones españolas fue los unos clavos especiales de fractura para fijar los huesos a modos de varillas de paraguas que su introductor bautizó como “método español”, pero hoy en día se conocen con el nombre de “Agujas de Kirschner”. Otro sistema también español muy eficaz fue el buscador de metralla en los cuerpos, que los alemanes diagnosticaban mediante ultrasonidos pero los españoles hacían de forma más sencilla que calificaban “metrallita” que consistía en una radiografía de frente y de perfil con tela metálica y triangulando la localizaban más rápido y con menos coste.
Y dado que gran parte de las muertes no eran sólo producidas por las acciones bélicas sino también por las nieves, fangos y nubes de mosquito, otro aspecto que abordó el autor fue el de las enfermedades subsiguientes, el tifus, la disentería, fiebre, diarrea, neumonía y el fundamental papel que ejercía el control de las aguas residuales. Afirmó categóricamente que los sanitarios españoles fueron expertos en curar no solo las heridas producidas por explosiones o balas sino también por parásitos gérmenes e incluso dolencias psiquiátricas cómo la ansiedad o lo que hoy se llama “neurosis de guerra”. Contó la anécdota que dada la flexibilidad del frente a veces los hospitales de campaña podían pasar de un frente a otro sin dejar de operar. Cuando los heridos y enfermos eran evacuados a retaguardia lo hacían en trenes hospitales con quirófanos portátiles e incluso existió también la evacuación aérea en estas fechas. Poyato tuvo sentidas palabras hacia los enfermeros, que pertenecían a la Cruz Roja, a Falange o a las damas de Sanidad, y citó a doña Mercedes Milá, la jefa de enfermeras y familiar de los conocidos periodistas que ejerció una labor muy meritoria. Destacó el altruismo de las enfermeras voluntarias sin salario que cuidaban a los enfermos con calidad y calidez y valoró también el máximo respeto de los soldados hacia ellas, no existiendo ni un solo caso de acoso o similar.
Para terminar señaló y lo ilustró con imágenes, cómo el ejército español y la sanidad española también atendieron al pueblo ruso, a civiles en los hospitales y sobre todo a embarazadas y niños pequeños a los que daban caramelos de vitaminas e incluso suministraban medicinas a los médicos soviéticos. También atendieron a la población judía, lo que costó graves fricciones con los alemanes.