José Fernández perito en arqueología. Un tesoro romano bajo las aguas de Israel rescatado por submarinistas aficionados
Un tesoro romano bajo las aguas de Israel rescatado por submarinistas aficionados
El buceo de dos submarinistas aficionados en las aguas del puerto antiguo de Cesárea ha desembocado de forma inesperada en el mayor hallazgo marítimo de las últimas tres décadas en Israel.
“Desde hace un año, suelo hacer submarinismo cada dos semanas en Cesárea. ¿Por qué lo hallamos ahora? Se cree que debido al gran movimiento de arenas en los últimos meses por las tormentas”, dice a EL MUNDO uno de ellos, Ofer Raanan, aún sorprendido por haber tocado con sus manos vestigios del período tardorromano.
Los espectaculares y sorprendentemente bien conservados restos de un gran mercante que transportaba metales hace 1600 años han provocado la sorpresa incluso los veteranos expertos de la Autoridad de Antigüedades de Israel (AAI). El director de la Unidad Marina de este organismo, Jacob Sharvit, considera que “es un hallazgo muy emocionante e importante. Más allá de su extraordinaria belleza, tiene un significado histórico. La ubicación y distribución de los hallazgos en el fondo del mar indican que un gran buque transportaba una carga de metales para su reciclaje”.
Según afirma, el barco fue sorprendido por una gran tormenta en la entrada del puerto dejándose llevar hasta chocar contra el dique y las rocas.
¿Qué se ha hallado?
El inventario es tan antiguo como largo y excepcional: una vela y estatuillas fundidas en bronce, miles de monedas de la época guardadas en dos bolsas, estampas del dios Sol y diosa Luna, una lámpara con la cabeza de un esclavo africano, fragmentos de grandes jarras destinadas a llevar agua potable a la tripulación del barco, la figura del dios del Vino, objetos diseñados en forma de animales como por ejemplo una ballena o un jabalí, etc.
¿Cómo se ha hallado?
De forma fortuita y gracias a los submarinistas israelíes aficionados Raanan y Ran Feinstein en abril. “Tras verlo nos quedamos de piedra. No nos creíamos lo que veíamos”, nos cuenta Raanan satisfecho más que nunca de su afición por el submarinismo. Tras localizar el viejo tesoro en su sesión de buceo y nada más salir del agua, informaron a la Unidad Marina de AAI que se puso manos a la obra con una búsqueda más amplia y profesional ayudada por equipos tecnológicos avanzados.
La carga del barco es hallada un año después del descubrimiento de 2000 monedas de oro del califato fatimí de hace mil años. También en aquella ocasión de forma casual por buzos israelíes en el puerto antiguo del Parque Nacional de Cesárea.
“En los trabajos realizados en los últimos años en Cesárea se han hallado estatuas de bronce aisladas, pero nada se puede comparar con el espectacular y gran tesoro de estas estatuas que al parecer estaban en la ciudad y fueron extraídas a través del mar”, añade Sharvit sobre un caudal arqueológico conservado gracias a la arena del fondo marino: “Su estado es increíble. Parece que los objetos fueron creados ayer y no hace 1600 años en el periodo tardorromano”.
“Desde hace 30 años, no se ha encontrado un conjunto de objetos arqueológico marítimo como éste. Las esculturas de metal son excepcionales“, concluye.
Reflejo de una época
El vicedirector, Dror Planer, apunta que “la cantidad y variedad de objetos hallados nos muestran el importante volumen del comercio marítimo y el estatus del puerto de Cesárea en esa época conocida por su estabilidad económica y comercial gracias al estable Imperio Romano de esos años”. Según él, “las personas que iban en esa embarcación naufragada vivieron una época fascinante que influyó enormemente en la humanidad”.
Destaca también el descubrimiento de miles de monedas de 20 kilogramos de peso escondidas en dos bolsas de una vasija del barco. Monedas muy bien conservadas y que tienen incrustadas las imágenes del emperador Constantino que reinó primero en la parte occidental y luego en todo el imperio romano hasta su muerte en 337, y de Licinio, su rival que reinó en la parte oriental hasta su derrota en el 324.
Según explica, se intentó evitar el naufragio del barco con el uso de anclajes. Pero fue un esfuerzo estéril ante la enorme fuerza de las olas y el viento.
Mientras los dos submarinistas afortunados recibirán un diploma de reconocimiento de AAI, los responsables del puerto de Cesárea no ocultan su orgullo y satisfacción. Su objetivo es exhibir gran parte de los hallazgos ante los visitantes que llegan a esta tranquila y pudiente villa israelí construida en el siglo I (A.C) por el rey de Judea, Herodes.